Los festejos profanos sirven para consolidar relaciones sociales e intereses políticos. Un ejemplo evidente es la recepción de un virrey ya que supone la vinculación entre Nueva España y la metrópoli. Es precisamente en esta circunstancia donde podemos observar un mayor despliegue de lujo y excesos. Es un escaparate en el que podemos observar minuciosamente todas las capas de la sociedad novohispana y su papel dentro de ella. Ante semejante exhibición podemos hacernos cargo de la importancia política de estos actos.
Los festejos para conmemorar al nuevo virrey comenzaban desde su desembarco en Veracruz y culminaban en la ciudad de México. A lo largo de todo el trayecto se iba festejando de diversas maneras –corridas de toros, juegos de cañas, luminarias, etcétera- al visitante. El viaje en sí es simbólico pues representa el recorrido que hizo Hernán Cortés. La recepción terminaba con el solemne Te Deum y la toma de posesión. A ello acudían todos los cuerpos políticos de esta sociedad.
Hay un dato que me parece interesante señalar aquí, aunque sea de paso. Durante la época colonial son numerosos los conflictos entre virreyes y representantes eclesiásticos precisamente por cuestiones políticas. En estas ocasiones, precisamente la presencia o ausencia de determinados personajes refleja estas diferencias socio-políticas. No olvidemos, que la llegada de un nuevo representante de la corona conlleva ciertas esperanzas, pero también numerosos temores tanto para el clero como para los cargos políticos. Así, no es de extrañar que desde el momento de su nombramiento puedan comenzar las «simpatías» hacia el nuevo gobernante.
¿Cuándo las autoridaes civiles o políticas profanan las fiestas?
En que sentido se llegan a no tener respeto los tekiwame o teachkame (autoridades políticas) en las fiestas simbólicas.
Bueno, con el término «profano» no me refiero al verbo, sino al adjetivo que significa que «no es sagrado, sino secular». En Nueva España se pueden clasificar las fiestas de dos tipos: religiosas o civiles. Pues me refería a estas últimas, a las civiles, porque la entrada de los virreyes no se vinculan con la religión.