Artemio de Valle-Arizpe fue un célebre historiador de comienzos del siglo XX. Su pasión resultó ser la época virreinal novohispana. De manera que escribió un amplio corpus de relatos basados en esta época. Es interesante dado que gracias a sus conocimientos como historiador confiere a su creación un realismo digno de alabar.
En el volumen titulado Virreyes y virreinas de la Nueva España me interesa destacar tres cartas sobre el virrey don Diego López Pacheco. Creadas desde el conocimiento de los hechos y a través de fuentes históricas, pero nunca reales.
En la primera de ellas se narra el viaje del virrey desde el mar. En la segunda aborda su recibimiento a través del recorrido hasta México y, por último, en la tercera se trata su caída en el cargo. El punto de vista no es el del duque de Escalona, sino el de un testigo que escribe a su primo contándole sobre el duque.
Me gustaría compartir un fragmento de la primera de estas cartas, ya que en pocas líneas plasma la esencia de las crónicas de viajes, como veremos a continuación, pues propongo la lectura de un fragmento real.
El 20 de abril, en que hizo conjunción la luna, salimos al mar. El viaje duró caso tres meses. Durante la travesía tuvimos muchas diversiones para entretener a Su Excelencia. Casi no había día sin una hermosa fiesta. […] Tuvimos misas pontificiales, sermones, procesiones entre disparos de piezas de artillería y mosquetas en todas las cubiertas de las naos, con cantos y músicas de chirimías, de jijallos, de sacabuches, de dulzainas, de bajoncillos y añafiles.
La variedad de términos es buena muestra del conocimiento del léxico, pero no sorprende tanto como las referencias a las costumbres.La descripción de las fiestas celebradas durante el viaje refleja una de las partes más recurrentes de una relación barroca de este tipo. En concerto, me gustaría compararlo con otro fragmento que lo extraigo de la relación de Cristóbal Gutiérrez de Medina[1] cronista del verdadero viaje del duque de Escalona:
A este tiempo, alegre toda la gente con la vista del puerto y con el refresco que todos tomaron, iban divirtiendo el ocio con devota alegría y entretenimiento con los cartesles y certámenes que se hicieron para celebrar las fiestas del días del Corpus; para lo cual, en la Capitana y otras naos, hubo comedias prevenidas y con solemnidad y acompalamiento de música de gente lucida de la Capitana, se fijó certamen de una rica tarjeta en el árbol mayor, con premios, a juegos, entremeses y varios géneros de poesías.
Me parece un buen ejemplo de cómo Artemio de Valle-Arizpe ha sabido expresar su saber sobre los usos coloniales novohispanos. Todo se debe al manejo de fuentes históricas con sumo acierto. Hecho que provoca que recomiende la lectura del libro, ya que todo el conjunto de tradiciones y leyendas merecen la pena para un acercamiento a la figura del virrey novohispano.
[1] Me refiero a su obra Viaje del virrey marqués de Villena, ed. M. Romero
de Terreros, México, D.F., Imprenta Universitaria, 1947.