Isabel… ¿cruel?

Uno de estos días pasados, mientras consultaba Agudeza y arte de ingenio, de Gracián, reparé en los siguientes versos:

En medio está mi amor,
Y-sabe-él
Que si en medio está el sabor
En los extremos la i-el.

Este poema es bastante sencillo y resulta un buen ejemplo de conceptismo. El poeta juega con el nombre al descomponer sus partes y obtener nuevas palabras. Al concluir con el compuesto de los extremos en hiel, se introduce un tema que, como vamos a ver, aparece en algunas ocasiones: este nombre se asocia, quizá por facilidad de rima, con el adjetivo cruel y en consecuencia adquiere connotaciones negativas.

En este momento, decidí curiosear por los versos de algunos poetas de los siglos XVI y XVII. Boscán, compone quejas de amor, ya que la dama doña Isabel es la causa del dolor en el amante, pero es este sufrimiento el que mantiene vivo al amante.

Señora doña Isabel,
tan crüel
es la vida que consiento,
que me mata mi tormento
cuando menos tengo de él.

Sebastián de Horozco, en su Cancionero incluye este poema suyo en el que también hay un juego de ingenio con la palabra al descomponer sus partes.

A una señora llamada doña Isabel. Sobre este nombre

Mal os cuadra, dama, aquel
dulce nombre que escogistes
de Isabel, pues no is Abel,
mas llegastes de tropel
en el punto que nacistes.
Porque en hecho de verdad,
las que se tienen por bellas
de vos reciben beldad,
así como claridad
del sol las otras estrellas.

Vuestro don es tan aceto
que sin el is de Isabel,
juzgara cualquier discreto
veniros, dama, perfecto
el justo nombre de Abel.
Mas según sois causadora
de mi muerte y triste fin,
antes yo juzgo, señora,
ser cruel imitadora
del homicida Caín

En los primeros diez versos comienza con la alusión al pasaje bíblico de Caín y Abel. Esta vez, al ser descompuesto el nombre da como resultado ‘Abel’. En el caso de esta dama, no es apropiado, ya que ella es cruel. Sin embargo, es tan bella que extiende su belleza a las demás, como el sol extiende su luz a las estrellas. En la segunda parte, se desarrolla el juego entre los hermanos bíblicos. Ella disimula ser Abel, como ya se ha indicado, pero al ser la causa de muerte del poeta, es homicida como Caín.

El último ejemplo que me gustaría compartir son unos versos cuya autoría no sé. Pedro Espinosa en la Primera parte de Flores de poetas ilustres de España los atribuye a Quevedo, pero diversos autores han desmentido que así sea.

De vuestro pecho cruel
sólo os diré, mi Isabel,
que es tan helado y tan crudo
que, como se ve desnudo,
amor teme entrar en él.

 No poseo conocimientos suficientes como para atribuir el poema a nadie y por cuestión de tiempo no he insistido en averiguar qué dicen los especialistas. Pido disculpas por ello y agradecería cualquier aclaración.