Francisco de Borja, autopromoción de la Compañía de Jesús

Hace algunos meses estrené este blog con una entrada sobre Matías de Bocanegra y su producción literaria. Ahora, me gustaría hablar un poco sobre un aspecto de la comedia que compuso titulada La comedia de san Francisco de Borja. Me refiero al empleo del protagonista como un mecanismo de autopromoción de la Compañía de Jesús[1].

En 1640 se representó en el Colegio Máximo de san Pedro y san Pablo, en la Ciudad de México, la comedia escrita por el jesuita Matías de Bocanegra como homenaje al nuevo virrey de Nueva España, Diego López Pacheco. Dicha comedia representa episodios biográficos de Francisco de Borja.

Fue en 1953 cuando José Juan Arrom halló esta pieza. En el artículo[2] que publicó en Revista Iberoamericana, afirma la intención de cumplimentar al virrey como la función principal de esta pieza. A la hora de analizar la estructura de la obra se percata de que la acción dramática desaparece a lo largo de los tres actos hasta casi desaparecer. Para él, esto es un fallo de estructura, pero Frederick Luciani[3] lo interpreta como un recurso político.

San_Francisco_de_BorjaLa comedia se compone por una serie de episodios biográficos del santo tomados de la Vida de san Francisco de Borja del jesuita Pedro de Ribadeneyra. El primer acto transcurre con Francisco de Borja como noble y casado con Leonor. El emperador Carlos V lo nombra virrey de Cataluña por su lealtad. En este acto muere la emperatriz Isabel. Su cuerpo es trasladado a Granada custodiado por el propio Borja. Al observar el cadáver de la emperatriz antes de enterrarlo, el cuerpo, ya descompuesto, impacta al protagonista, quien promete dedicar su vida a Dios en el caso de sobrevivir a su mujer. Es su conversión el momento de mayor tensión dramática.

En el siguiente acto se muestra la ejemplaridad de Borja como virrey. Es curioso cómo el protagonismo recae en el bandolero Rocafort, quien ante la sola visión de Borja (“vencido de una deidad / que en tu rostro vi estampada”) se rinde. De familia noble se degrada socialmente por la educación tan laxa recibida en su juventud. A pesar de la compasión que siente Borja, como buen gobernante manda ajusticiarlo pues tiene un sentido de justicia desarrollado. Al morir Leonor decide dedicar su vida a Dios y se ordena jesuita.

El último acto, muestra al protagonista humilde y obediente dispuesto a trabajar con sus manos dejando así claro que ya no es un noble, sino religioso novicio. A pesar de que ha descendido en la escala social, su santidad va en aumento y acaba la obra con la anunciación de su futuro estado como santo.

La sucesión de cuadros biográficos anulan el clímax dramático, pero si atendemos al efecto que pretende conseguir Bocanegra, no es un fallo de estructura, sino un recurso dramático que acentúa las virtudes del protagonista. De esta forma Luciani defiende la intención política de la obra. La analiza como un “espejo de príncipes” que refleja cómo debe comportarse el nuevo virrey (de ahí la importancia del segundo acto que muestra su faceta como gobernante). Además, responde a la ideología jesuítica del príncipe cristiano en detrimento de los postulados maquiavélicos. Francisco de Borja posee las cualidades que se esperan del virrey. Por este motivo actúa como un perfecto “espejo de príncipes”. Esto hace que no sea relevante la acción porque la finalidad de la obra es mostrar un conjunto de cualidades políticas a Diego López Pacheco.

Al mostrar la vida de este santo, la Orden consigue promocionarse ante el nuevo mandatario, ya que no es por azar que se eligiera a Francisco de Borja, quien tenía en común la categoría social con el nuevo virrey. Ambos pertenecen a la alta nobleza, por lo que la comparación es muy adecuada. Dentro de la Compañía fue una persona muy ilustre. Llegó a ser el tercer Prepósito General y fue él quien introdujo a los jesuitas en Nueva España. Al representar su vida el efecto propagandístico se transforma en un buen mecanismo político.


[1] El sentido político de la obra lo desarrollé en el artículo publicado por el GRISO en formato digital: http://dspace.unav.es/dspace/handle/10171/22749. Forma parte de las Actas del I Congreso Internacional Jóvenes Investigadores Siglo de Oro (JISO 2011). En esta entrada resumo algún aspecto de su contenido.

[2] Arrom, J. J.,‘Una Desconocida Comedia Del Siglo XVII’, Revista Iberoamericana, 19 (1953), 73–103.

[3] Luciani, F., ‘The “Comedia De San Francisco De Borja” (1640): The Mexican Jesuits and the “Education of the Prince”’, Colonial Latin American Review, Vol 2, (1993), 121–141

Mestizaje en la evangelización novohispana

Al leer a Beatriz Mariscal Hay en su edición a la Carta del jesuita Pedro de Morales, he reparado en la siguiente cita:

Quia tanto vos dono indigno iudicastis,
ecce convertimur ad gentes.
Pues con ánimo obstinado
nos menosprecia Alemaña,
honremos la Nueva España

Con estas palabras podemos reflexionar sobre la idea que tenía la Compañía de su misión en el Nuevo Mundo.

Mientras en Europa se expandían las ideas protestantes, en Nueva España las órdenes religiosas se esforzaban en la propagación de la fe católica para luchar contra la herejía. Una lucha encabezada por la orden contrarreformista de Ignacio de Loyola.

Tal como se insiste en numerosas ocasiones, los jesuitas supieron adaptar los elementos prehispánicos con el fin de buscar eficacia en su labor catequítica. Por lo tanto, debemos tener en cuenta que el mestizaje cultural emprendido por los miembros de la Compañía tenía como objetivo principal la evangelización de los habitantes indígenas y el mantenimiento en la fe de los españoles y criollos.

Me gustaría indicar que el uso de una emblemática «mestiza», como la denomina la  editora en su introducción, debía causar un cierto impacto en la sociedad novohispana, ya que motivaba la participación de los indios y causaba admiración en las élites sociales de Nueva España. Los jesuitas aprovecharon este hecho, ya que en los festejos organizados por ellos, nunca faltó esta fusión cultural. Podemos encontrar descripciones de arcos triunfales hechos por indios con elementos propios de su saber o poemas en náhual con metro español.

Esta mezcla en las diversas formas de expresión cultural no busca equiparar lo indígena con lo europeo, sino atraer al indio hacia la fe, como queda dicho. No obstante, la participación indígena en los festejos corre a cargo de los caciques y señores, por lo que la cultura europea se aproxima en primer lugar a la nobleza indígena con el fin, según creo, de influir a través de ellos en el resto de la población. De forma que el mensaje contrarreformista de los jesuitas se expande por los habitantes de América garantizando el éxito en la lucha contra la herejía.

El gran duque de Escalona

El título del post hace alusión a la obra El gran duque de Gandía. Esta pieza trata de la vida de san Francisco de Borja, al igual que la obra de Matías de Bocanegra, la Comedia de san Francisco de Borja. El día de su representación en el colegio jesuita de México (Colegio máximo de san Pedro y san Pablo) la principal figura era precisamente el duque de Escalona. Es decir, el virrey de Nueva España el año de 1640.

Por tanto, este día, el 18 de noviembre de este año, como conmemoración por su llegada, se había prevenido la comedia sobre el santo. La intención de esta obra fue mostrar al gobernante un modo de vida ejemplar. Y de esta manera tan sutil, y tan jesuita, se pretendía educar al virrey.

Pues bien, san Francisco de Borja, como es conocimiento de todos, antes de pertenecer a la Compañía fue un noble, cuyos títulos coinciden con los de nuestro virrey. Así se destaca en la loa que precede a la comedia:

Al más grande por duque, al de Escalona;
por marqués al primero, al de Villena;
por estirpe al más claro, al que encadena
de muchas en su sangre una corona;
al afable, al magnánimo, al que abona
cortos obsequios que su agrado llena;
al prudente en gobierno, en cuya estrena
aun los que espera México blasona,
como a quien debe de finezas tanto,
da un marqués, un virrey, un duque santo,
un grande en Borja, humilde Compañía;
que en aplausos de quien su amparo fía
a tal hijo el festejo es justo mande,
de un marqués, un virrey, un duque, y grande.

(vv. 49-62)

Si insistimos en esta coincidencia, la comparación establecida entre el virrey el duque santo es muy apropiada. Sin embargo, la realidad fue lo contrario. En la comedia, el protagonista Borja, asume sus responsabilidades aun cuando éstas le desagradan. Tal es el caso con el bandolero Rocaforte, uno de los personajes. El bandolero al narrar sus lamentaciones mueve al santo a la compasión, sin embargo tiene que cumplir la ley al condenarlo. Cuando se hace miembro de la orden, ante el trabajo manual, que cualquier noble rechazaría por honor, se hace cargo respetando el voto de obediencia.

Por su parte, don Diego López Pacheco, el virrey a quien se dirige este mensaje, pareció no percatarse del mismo. Durante sus dos años de virreinato, pues como ya se sabe tuvo que abandonarlo por cuestiones políticas, delegó sus obligaciones en personas allegadas. Esta información ha llegado a mí a través del libro Los virreyes españoles en América durante el gobierno de la Casa de Austria. México de Lewis Hanke. Cito:

Escalona fue el primer grande de España que ejerció el cargo de virrey en México. No tuvo un gobierno auspicioso, pues “el placer y la adquisición de riqueza eran lo que el virrey deseaba más entrañablemente”[1]. Sus amigos y cortesanos aceptaron muy conformes tomar a su cargo los asuntos administrativos.

Quizá, después de todo, el teatro como instrumento pedagógico es un buen método, pero no eficaz al cien por cien.


[1] Está citando a Bancroft.

Sermón disfrazado

El teatro jesuítico se desarrolló bajo el lema ridentem dicere verum, es decir, deleitar y aprovechar. Este enfoque didáctico se desarrolla ya en la Edad Media mediante la literatura del exemplum. Esta literatura muestra los modelos que sirven de espejo en el cual la sociedad debe reflejarse. Obviamente, en estos espejos se proyecta aquello que en cada época se fundamenta en un ideario religioso, político y pedagógico propio.

Los jesuitas, a menudo, bajo el nombre de “sermón disfrazado”, elaboraron comedias con finalidad didáctica mediante las cuales han ido transmitiendo al público su ideario. Debemos añadir que este teatro también encuentra sus raíces en la oratoria sacra que paulatinamente fue tomando elementos dramáticos para poder llegar a un mayor público. Es evidente que estos «sermones disfrazados» son un método pedagógico, ya que las profundas verdades se transmiten de un modo asequible al público. Llamo la atención sobre la magnífica pedagogía de la que ya desde la Ratio ha presumido la Compañía de Jesús.