
Diego López Pacheco fue nombrado virrey de Nueva España en 1640. Cuando estudiamos el viaje que realizó para ocupar el cargo, nos damos cuenta de que dicho viaje estuvo colmado por suntuosos fastos dedicados al recibimiento de tan alta figura. Y digo tan alta figura por ser marqués de Villena y Grande de España. Fue el primer virrey que ostentando tal grandeza fue asignado en el cargo.
En otras ocasiones, he mencionado cómo el linaje de López Pacheco fue interpretado por la sociedad novohispana como un regalo, pues consideraron que Felipe IV les ofreció un representante cercano a él[1]. Recuerdo, que para la élite social de Nueva España, el virrey es el punto de unión entre ellos y el monarca, por lo tanto, es el único medio de conformar una corte como la de la península. Eso sí, las relaciones son tan volubles como el cargo del gobernador, por lo que se trata de una corte un poco menos estable que la europea. En cualquier caso, los virreyes eran la oportunidad de las grandes familias por legitimar su clase social. De manera que en el caso del marqués de Villena era de suma importancia el peso de su sangre. Tómese como ejemplo el siguiente cuarteto:
México advierte el querer
de tu rey en los villenas,
si la sangre de sus venas
te da ¿qué más pudo hacer?[2]
Por lo que se puede deducir que el marqués de Villena era una figura representativa de la monarquía española que gozaba de gran aceptación por parte de toda la sociedad. Entonces, ¿qué sucedió para que perdiera el virreinato? En realidad, la misma sangre que lo ensalzó, lo hundió. Veamos su genealogía:
Como podemos observar, tanto él como Felipe IV descienden de María de Aragón y Castilla y Manuel I, el Afortunado. Sin embargo, el parentesco con Juan IV de Portugal es el motivo que propició su caída. Como sabemos, desde Felipe II, Portugal pertenecía a la corona española (en 1580). De todos es sabido, que la política unificadora de la monarquía hispánica nunca agradó al reino vecino.

Los problemas internos de la monarquía comenzaron en 1640, movidos por el ambiente de rebelión propiciado por las guerras con el resto de paises europeos. El reino de España estaba inmerso en una serie de luchas por mantener la hegemonía en Europa. Esta circunstancia llevó al país a una situación inestable. Los recusos fallaban y se solicitaba un conjunto de reformas que no gustó en todos los territorios del imperio ya que se les exigía que implatasen el modelo de Castilla, por ser el más favorable a la política del imperio.
El primer enfrentamiento interno sucedió en Cataluña, que se sublevó en 1640 a través de una revuelta campesina. La tensión entre la monarquía y Cataluña fue en aumento. Esto motivó que la fuerza militar se concentrara allí. En este instante, las Cortes portuguesas aprovecharon para proclamar rey al duque de Braganza, primo del marqués de Villena. La victoria portuguesa fue relativamente sencilla, dada la ausencia de tropas.
Diego López Pacheco mientras tanto se había ganado la mala opinión de muchos, por llevar a cabo una política caprichosa, pero sobre todo se ganó a pulso la enemistad del obispo de Puebla: Juan Palafox y Mendoza. El clérigo había escrito al conde-duque de Olivares informes que acusaban al virrey de favorecer a los portugueses que residían en Nueva España. Si tenemos en cuenta, además, el parentesco tan cercano que tenía con el duque de Braganza, es lógico que la corona española sospechara de él y temiera que extendiese la revuelta a los territorios americanos. Por lo tanto, se le dieron instrucciones a Palafox para que destituyera al virrey y ocupase su cargo. Juan Palafox recién nombrado arzobispo fue a Ciudad de México para dar la noticia al virrey sin que sospechara, pero al llegar lo encarceló en el convento de Churubusco y se le confiscaron sus bienes.
Desde España, el hijo del virrey quiso demostrar su inocencia. Cuando por fin se le trasladó a España pudo demostrar que nunca fue desleal a la corona. Entonces, se le quiso devolver el cargo, pero lo rechazó. A partir de entonces, fue virrey de Sicilia y más tarde de Navarra. Donde murió en 1653.

[2] Gutiérrez de Medina, Viaje del marqués de Villena, ed. M. Romero de Terreros.