Canción a la vista de un desengaño

En los últimos años se ha dado a conocer la obra dramática de Matías de Bocanegra (Comedia de san Francisco de Borja), pero no podemos olvidar que la obra que le dio «inmediata nombradía», como diría Arrom[1], fue su famosa Canción a la vista de un desengaño. El tema de esta composición es el desengaño ante la fugacidad de la vida. Me gustaría destacar que el momento climático en la obra dramática del jesuita el eje central es precisamente el desengaño[2].

Volvamos a la pieza lírica. «Una tarde en que el Mayo / de competencias quiso hacer ensayo, / retratando en el suelo / las bizarrías de que se viste el cielo» un clérigo confundido sobre su estado de religioso sale al monte a contemplar la naturaleza y reflexionar en busca de una respuesta. Se queda absorto observando la belleza de la naturaleza cuando un jilguero cantor lo saca de su asombro:

Suspensos los sentidos,jilguero
del todo embebecidos,
de lo que mira el religioso vive;
porque allí no percibe
otra cosa que el monte y la campaña
que dulcemente su dolor engaña.
[…]
hasta que le despierta
de aquella vida muerta
un músico jilguero
de su quietud agüero.

El clérigo es testigo de cómo la naturaleza, al igual que él, se deja hipnotizar por el pajarillo, que ajeno a ello y dichoso en libertad continúa su canto. La libertad de la naturaleza lo vuelve todavía más receloso de su vida en clausura. En este fragmento del poema el yo lírico es el propio clérigo que mediante el recurso de la diseminación recolectiva compara la libertad de cuatro elementos de la naturaleza con su estado, y llega a concluir: «Cielo, ¿en qué ley cabe / que el arroyo, la rosa, el pez y el ave, / que sujetos nacieron, / gocen la libertad que no les dieron, / y yo (¡qué desvarío!) / naciendo libre, esté sin albredrío?». Estos versos recuerdan al archiconocido soliloquio de Segismundo en la Vida es sueño, quien compara su cautiverio con la libertad del ave, el bruto, el pez y el arroyo.

Y en medio de estas disquisiciones, aparece un neblí y enmudece al jilguero al darle caza con sus garras ante la mirada del religioso. Esta circunstancia desengaña al clérigo:

En un difunto jilguero
tus desengaños advierte,
y pues te engañó su vida,
desengáñete su muerte.
[…]
Muere porque libre vive,
luego la razón es fuerte:
cautiva el ave se gana,
luego por libre se pierde.

Tras lo cual regresa a los elementos que con anterioridad eran los causantes de su recelo y los transforma en ejemplos para el desengaño. Finalmente, el religioso acepta su estado al afirmar:

Que si preso me gano
de voluntad a la prisión me allano;
y si libre me pierdo,
¡no quiero libertad tan sin acuerdo!

En esta ocasión quería dar a conocer el argumento de esta pieza novohispana que gozó de bastante fama en los siglos XVII-XIX. Recomiendo la lectura completa del poema ya que he tenido que cercenar la mayoría por no extender por demás el contenido de esta entrada. A pesar del resumen, se observa el estilo gongorista, puesto que Matías de Bocanegra era un autor de gusto culterano. No obstante, dejaré el estilo de Bocanegra para otro comentario.

[1] Ver: Arrom, «Una desconocida comedia mexicana del siglo XVII», Revista Iberoamericana, Vol. XIX, Núm. 37, Octubre 1953, p. 80. Al final del artículo podemos leer la Canción completa.

[2] Recordemos que Borja ante el cadáver de la emperatriz Isabel de Portugal se pasma por la futilidad de la vida terrenal en contraposición a la vida eterna.

Las castas en Nueva España

En el Museo Nacional del Virreinato en Tepotzotlán podemos encontrar esta pintura que representa la diversidad étnica en Nueva España:


1Casta_painting_all wikipedia. Español con India, Mestizo

2. Mestizo con Española, Castizo
3. Castizo con Española, Español
4. Español con Negra, Mulato
5. Mulato con Española, Morisca
6. Morisco con Española, Chino
7. Chino con India, Salta atrás
8. Salta atras con Mulata, Lobo
9. Lobo con China, Gíbaro (Jíbaro)
10. Gíbaro con Mulata, Albarazado
11. Albarazado con Negra, Cambujo
12. Cambujo con India, Sambiaga (Zambiaga)
13. Sambiago con Loba, Calpamulato
14. Calpamulto con Cambuja, Tente en el aire
15. Tente en el aire con Mulata, No te entiendo
16. No te entiendo con India, Torna atrás.

Esta imagen, y sobre todo su leyenda, nos dice mucho sobre la sociedad novohispana. Una sociedad que se jerarquizaba siguiendo este esquema de castas. La élite se componía de españoles y conforme se iba mezclando la sangre se descendía en el sistema. En las fiestas, por ejemplo, participaba toda la sociedad. Sin embargo, la participación no era igual de una casta a otra. El orden festivo se establecía conforme a las normas sociales, por lo que la sangre era un elemento esencial.

Este cuadro no solo describe una realidad, sino que la ordena según el rango social. Un hecho muy significativo en una sociedad que fue ante todo mestiza.

Vidas cotidianas en Nueva España

En esta ocasión quiero recomendar la lectura de un libro que descubrí al querer documentarme sobre la sobre la fiesta novohispana como ruptura del ritmo cotidiano. Quise buscar libros que hablasen de lo cotidiano y el nombre que destacó por encima de todos fue el de la investigadora Pilar Gonzalbo Aizpuru.

El enfoque de esta línea de investigación se aleja de las grandes figuras de la política del momento. Tampoco se centra en esos grupos marginales, que por su condición abarcan un reducido número de personas. Ella estudia la historia de un gran número de personas que conforman una sociedad con un carácter propio: la gran mayoría de habitantes que establecen distintas relaciones entre sí. Esa sociedad que es la que cambia y con ella paso a paso se va creando la historia de un pueblo.

IMG_20140809_182355El libro que ahora tengo entre manos se titula Vivir en Nueva España: orden y desorden en la vida cotidiana. Este trabajo salió hace pocos años, en el 2009, lo que pone de manifiesto la reciente aproximación a este tipo de estudios. El libro que aquí nos ocupa aclara conceptos como «individual y colectivo, junto a los de cotidiano y excepcional, puesto que si bien difícilmente lo individual puede ser público y lo colectivo privado, sin duda cualquiera de estas formas de comportamiento puede referirse a actividades cotidianas o extraordinarias». A través de ocho bloques, se nos habla de los individuos que «no dejaron huella» y, sin embargo, forjaron la historia en su sentir diario.

A continuación, incluyo una reseña del libro que podemos leer en línea a través de E-journal. Portal de revistas especializadas de la UNAM:

Mijares Rodríguez,I., ,Pilar Gonzalbo Aizpuru, Vivir en Nueva España. Orden y desorden en la vida cotidiana, Estudios de Historia Novohispana, no. 042, enero 2010.

Aunque sea relativamente novedoso el punto de vista, lo cierto es que Gonzalbo Aizpuru ha sacado varias publicaciones en torno a lo cotidiano de la vida novohispana. Obras como: Las mujeres en la Nueva España. Educación y vida cotidiana (1987); Familia y orden colonial, (1998); Historia de la vida cotidiana en México, (2004-2006). Por mencionar unos ejemplos, por supuesto cuenta con artículos y capítulos de libros que trabajaban lo cotidiano en la época colonial y dan una idea de la amplitud del tema. Además, hay que señalar que en los últimos años están saliendo trabajos de investigación que abordan la historia desde algún aspecto de lo cotidiano, bien sea la fiesta, la sexualidad o las relaciones laborales.

«Virreyes y virreinas de la Nueva España» y el duque de Escalona

Artemio de Valle-Arizpe fue un célebre historiador de comienzos del siglo XX. Su pasión resultó ser la época virreinal novohispana. De manera que escribió un amplio corpus de relatos basados en esta época. Es interesante dado que gracias a sus conocimientos como historiador confiere a su creación un realismo digno de alabar.

En el volumen titulado Virreyes y virreinas de la Nueva España me interesa destacar tres cartas sobre el virrey don Diego López Pacheco. Creadas desde el conocimiento de los hechos y a través de fuentes históricas, pero nunca reales.

En la primera de ellas se narra el viaje del virrey desde el mar. En la segunda aborda su recibimiento a través del recorrido hasta México y, por último, en la tercera se trata su caída en el cargo. El punto de vista no es el del duque de Escalona, sino el de un testigo que escribe a su primo contándole sobre el duque.

Me gustaría compartir un fragmento de la primera de estas cartas, ya que en pocas líneas plasma la esencia de las crónicas de viajes, como veremos a continuación, pues propongo la lectura de un fragmento real.

El 20 de abril, en que hizo conjunción la luna, salimos al mar. El viaje duró caso tres meses. Durante la travesía tuvimos muchas diversiones para entretener a Su Excelencia. Casi no había día sin una hermosa fiesta. […] Tuvimos misas pontificiales, sermones, procesiones entre disparos de piezas de artillería y mosquetas en todas las cubiertas de las naos, con cantos y músicas de chirimías, de jijallos, de sacabuches, de dulzainas, de bajoncillos y añafiles.

La variedad de términos es buena muestra del conocimiento del léxico, pero no sorprende tanto como las referencias a las costumbres.La descripción de las fiestas celebradas durante el viaje refleja una de las partes más recurrentes de una relación barroca de este tipo. En concerto, me gustaría compararlo con otro fragmento que lo extraigo de la relación de Cristóbal Gutiérrez de Medina[1] cronista del verdadero viaje del duque de Escalona:

A este tiempo, alegre toda la gente con la vista del puerto y con el refresco que todos tomaron, iban divirtiendo el ocio con devota alegría y entretenimiento con los cartesles y certámenes que se hicieron para celebrar las fiestas del días del Corpus; para lo cual, en la Capitana y otras naos, hubo comedias prevenidas y con solemnidad y acompalamiento de música de gente lucida de la Capitana, se fijó certamen de una rica tarjeta en el árbol mayor, con premios, a juegos, entremeses y varios géneros de poesías.

Me parece un buen ejemplo de cómo Artemio de Valle-Arizpe ha sabido expresar su saber sobre los usos coloniales novohispanos. Todo se debe al manejo de fuentes históricas con sumo acierto. Hecho que provoca que recomiende la lectura del libro, ya que todo el conjunto de tradiciones y leyendas merecen la pena para un acercamiento a la figura del virrey novohispano.

[1] Me refiero a su obra Viaje del virrey marqués de Villena, ed. M. Romero
de Terreros, México, D.F., Imprenta Universitaria, 1947.

Tocotín: baile mexicano

El tocotín, también conocido por los españoles como “mitote”, es un tipo de baile cuyo origen se remonta a la época prehispánica. Son romancillos hexasílabos de rima asonante, tanto en español como en náhuatl. Hay que tener en cuenta la danza mexicana netotiliztli, pues es el verdadero punto de partida. Si atendemos a la voz nahua y a la española “mitote”, podemos observar que poseen la misma raíz: itotia ‘danzar’. “Mitote” deriva de mihtotih ‘el que baila’ y de mitotiani ‘danzante’. En náhuatl netotilitztli ‘baile’ < ni+itoliztli. La palabra tocotín surgió más tarde, ya en el siglo XVII.

Es lógico que este tipo de bailes y cantos, que se han conservado hasta nuestros días, durante mucho tiempo se transmitieran oralmente, hasta que, finalmente, se transcribieron al alfabeto latino. Lo cual ha permitido poder estudiar este tipo de danza precolombina. Por otro lado, hay que señalar que durante el período colonial también se continuó esta tradición y los indígenas componían netotiliztli, danzas profanas incorporando elementos cristianos, tanto en español como en náhuatl. Claudia Parodi[1], llama la atención sobre esta circunstancia, ya que existía un tipo de bailes rituales, los macehualiztli, que no emplearon a la hora de cristianizar los temas.

El ritmo de este baile se marcaba con unos tambores prehispánicos que se conocen como teponaztle y huehuetl. Son precisamente las sílabas empleadas para señalar el ritmo del teponaztle (to, co, qui, ti) las que han dado lugar a la palabra “tocotín”. Es una voz onomatopéyica, porque en náhuatl no existen estas agrupaciones silábicas.

En el siglo XVII surge un teatro humanista en el que para determinadas ocasiones se componían tocotines. Por ejemplo, en el festejo dedicado por los jesuitas al virrey Marqués de Villena (1640), encontramos un tocotín que se compuso como homenaje. De hecho, tras la comedia podemos leer[2]:

Rematóse toda la fiesta con un mitote o tocotín, danza majestuosa y grave, hecha a la usanza de los indios, entre diez y seis agraciados niños, tan vistosamente adornados con preciosas tilmas y trajes de lama de oro, cactles, o coturnos bordados de pedrería, copiles, o diademas sembradas de perlas y diamantes, quetzales de plumería verde sobre los hombros: que sola esta danza y su lucimiento bastara por desempeño del festejo más prevenido.

Y comienza el canto:

Salí, mexicanos,
bailá el tocotín,
que al sol de Villena
tenéis en zenit.
Su sangre cesárea,
cual rojo matiz,
dorado epiciclo
rúbrica en carmín[3]

Habría que destacar el hecho de que se trata de conmemorar la llegada de un nuevo virrey. Esta circunstancia es el hecho social más significativo de la Nueva España. Esto significa que es muy importante tener en cuenta que se trata de un baile precolombino. Volvemos a subrayar la característica principal de la literatura colonial que es la fusión de ambas culturas: la europea y la indígena.

Se puede escuchar un ejemplo de tocotín en este enlace: http://www.philtulga.com/products-aztec%20rhythms.html. Esta información la ofrece Claudia Parodi en su artículo mencionado anteriormente.


[1] Parodi, C. «Indianización y Diglosia Del Teatro Criollo: Los Tocotines y Los Cantares Mexicanos», en Dramaturgia y espectáculo teatral en la época de los Austrias, (ed.) Farré Vidal, J., Madrid, Iberoamericana, 2009, pp. 251-269

[2] Bocanegra, M. de, Comedia de san Francisco de Borja a la feliz venida del excelentísimo señor marqués de Villena, virrey de esta Nueva España. Teatro profesional jesuita del siglo XVII. ed. C. Frost, México, Coanculta, 1992.

[3] Se trata de las dos primeras estrofas del poema. En total son 56 versos.