Apuntes sobre la corriente mestizófila de Molina

México mestizoEl mestizaje es un tema lo bastante complejo como para ser desarrollado en este breve espacio con la exhaustividad que merece. No obstante, mi intención es recomendar una lectura que ha caído en mis manos estos días y la cual aproxima al lector a la comprensión de la llamada “corriente mestizófila”. Este libro se titula México mestizo. Análisis del nacionalismo mexicano en torno a la mestizofilia de Andrés Molina Enríquez, de Agustín Basave Benítez[1]. Sin embargo, a continuación presentaré la definición más general de mestizofilia y la imagen que Molina presenta del mestizo. Pero, la lectura completa del libro nos mostrará la importancia de esta corriente de pensamiento y su influencia posterior.

Este concepto se define como la idea de que el fenómeno del mestizaje es un hecho deseable y buscado. Para Molina, los mestizos mexicanos son los «auténticos depositarios de la mexicanidad». De hecho, va más allá y defiende que el desarrollo de la nación se completará cuando la propia nación se convierta en su totalidad mestiza. La tesis de Molina debe entenderse dentro de su contexto histórico. La mestizofilia, «en sus orígenes atribuyó el desorden y la anarquía del México independiente a las diferencias raciales de su población» (p.15). De forma que el mestizaje sería la tabla de salvación y la «quintaesencia de la mexicanidad» (p. 15). De hecho, se parte de que al acabar la Independencia con el sistema colonial comienza un nuevo periodo anárquico que provocó la división del país en dos partidos: el de los criollos y el de los indígenas. Además, los grupos sociales son modificados:

Una vez legitimado el mestizaje étnico, Molina emprende la exposición del proceso de ajustes étnico-sociales en México. De acuerdo con ésta, con el tiempo se suscitó una leve movilidad en la estructura social del Virreinato. […] La independencia de México consumó el desfasamiento de la estratificación novohispana. (p. 61).

Es muy interesante cuando Basave se pregunta el motivo por el cual Molina prefiere al mestizo para formar la nueva nacionalidad y no otra raza. La respuesta es que el mestizo no es una raza nueva sino la raza indígena, pero modificada con la española. Y se considera que «si bien la raza blanca es superior por su “acción”, producto de su más adelantada evolución, la raza indígena es superior por su “resistencia”, resultado de su más adelantada selección» (p.65). Como vemos, esta teoría se relaciona con el debate científico global de la época sobre las diversas razas humanas, su clasificación, etcétera.

A. Molina
Andrés Molina Enríquez

Me gustaría extraer dos citas que Basave transcribe de la obra de Molina Los grandes problemas nacionales y que reflejan la idea que éste tenía del carácter de las distintas razas mexicanas. En primer lugar describe a los criollos e indígenas, y dice:

El criollo es en lo general de alta sangre: se apellida Escandón, Iturbe, Cervantes, Landa, Cortina, Cuevas, de la Torre, Rincón, Pimentel, Rul, Terreros, Moncada, Pérez Gálvez, Icaza, etcétera. Es generalmente rubio, de un rubio meridional, o trigueño ­-“trigueño” según la Academia, es un color entre rubio y moreno- de ojos negros más bien que azules, de continente orgulloso, de aspecto más bien frívolo que serio y de conjunto a la vez delicado y fino. Es generalmente hombre de mundo, cortés, culto y refinado; en sus gustos se muestra elegante, le agradan las condecoraciones y tiene la afición de los honores cortesanos; pinta blasones en sus carruajes y se hace llamar “gente decente”[2].

Sobre los indígenas de raza pura, según su terminología, apunta que poseen una sumisión servil y que son cristianos semiidolátricos. Por su parte:

El mestizo es plebeyo: se apellida Pérez, Hernández, Flores, etcétera. De color moreno, […] es más moreno que el europeo meridional, aunque menos que el indígena puro, y en las costas es pinto; su cabello es en lo general negro y rebelde, su barba negra y escasa, su cuerpo tosco y robusto, su continente serio y grave, y su conjunto a la vez fuerte y dulce. El mestizo, que siempre ha sido pobre, es vulgar, rudo, desconfiado, inquiero e impetuoso, pero terco, fiel, generoso y sufrido. Nada puede identificarlo mejor que la palabra con que fue bautizado por la “gente decente”: “chinaco”, derivación de “chinacatl”, o sea para no traducir literalmente esta última palabra, “desarrapado”. En sus gustos, muestra inclinación a los placeres sensuales: cuando gasta no es elegante como los criollos señores, ni lujoso como los criollos que más adelante llamaremos “criollos nuevos”, sino simplemente derrochador.[3]

Define los distintos grupos tanto por su taxonomía como por el carácter. Es un método científico para demostrar que el mestizo es el propicio para ostentar el poder, ya que posee lo positivo de cada una de las razas que lo conforman. Además, el mestizo se enfrenta a los otros dos grupos sociales, ya que lucha contra la idolatría y la sumisión así como por «el catolicismo y el “sentimiento de autoridad” de los criollos» (p. 65). En realidad su postura revolucionaria defiende que se superen las diferencias sociales de clase para lograr la patria mexicana al lograr un México mestizo.

Andrés Molina, ya en los años 30, gesta una nueva versión de esta mestizofilia. Divide el mundo en Oriente y Occidente, por lo que América deberá lograr la fusión de estas culturas. Conforme pasen los años, todavía evoluciona más y establece la siguiente relación: nueva raza – nueva cultura. Sin embargo, siempre mantiene la homogeneidad de la raza como ideal social.

Me gustaría poder desarrollar con la exhaustividad y claridad de Agustín Basave el análisis del nacionalismo mexicano. Por una cuestión de espacio he preferido resumir, quizá demasiado, uno de los muchos aspectos de la obra de Molina que recoge Basave en este magnífico libro; el mestizo como la solución para el crecimiento y progreso de la nación. Eso sí, debo insistir en que a lo largo del libro se explica el origen, la evolución y la influencia en otros autores de la corriente mestizófila con un enfoque histórico, antropológico y etnológico para explicar el nacionalismo de México.

Este pensamiento, así como otras corrientes del siglo XX, como la hispanofilia, que se opone a la mestizofilia, son una parte inevitable de la herencia colonial y su sistema de castas. Este debate plantea una reflexión sobre la búsqueda de la identidad de una nación -en este caso México, pero se aplica a muchos territorios del mundo. En suma, a pesar del tiempo transcurrido desde la tesis de Molina, algunos aspectos del debate siguen siendo un tema actual en la sociedad actual.

[1] Basave Benítez, A., México mestizo. Análisis del nacionalismo mexicano en torno a la mestizofilia de Andrés Molina Enríquez, México, Fondo de Cultura Económica, 1992.

[2] Molina Enríquez, A., Los grandes problemas nacionales, México, Era, 1981, p. 106

[3] ibídem, p. 110.

Las castas en Nueva España

En el Museo Nacional del Virreinato en Tepotzotlán podemos encontrar esta pintura que representa la diversidad étnica en Nueva España:


1Casta_painting_all wikipedia. Español con India, Mestizo

2. Mestizo con Española, Castizo
3. Castizo con Española, Español
4. Español con Negra, Mulato
5. Mulato con Española, Morisca
6. Morisco con Española, Chino
7. Chino con India, Salta atrás
8. Salta atras con Mulata, Lobo
9. Lobo con China, Gíbaro (Jíbaro)
10. Gíbaro con Mulata, Albarazado
11. Albarazado con Negra, Cambujo
12. Cambujo con India, Sambiaga (Zambiaga)
13. Sambiago con Loba, Calpamulato
14. Calpamulto con Cambuja, Tente en el aire
15. Tente en el aire con Mulata, No te entiendo
16. No te entiendo con India, Torna atrás.

Esta imagen, y sobre todo su leyenda, nos dice mucho sobre la sociedad novohispana. Una sociedad que se jerarquizaba siguiendo este esquema de castas. La élite se componía de españoles y conforme se iba mezclando la sangre se descendía en el sistema. En las fiestas, por ejemplo, participaba toda la sociedad. Sin embargo, la participación no era igual de una casta a otra. El orden festivo se establecía conforme a las normas sociales, por lo que la sangre era un elemento esencial.

Este cuadro no solo describe una realidad, sino que la ordena según el rango social. Un hecho muy significativo en una sociedad que fue ante todo mestiza.

Mestizaje en la evangelización novohispana

Al leer a Beatriz Mariscal Hay en su edición a la Carta del jesuita Pedro de Morales, he reparado en la siguiente cita:

Quia tanto vos dono indigno iudicastis,
ecce convertimur ad gentes.
Pues con ánimo obstinado
nos menosprecia Alemaña,
honremos la Nueva España

Con estas palabras podemos reflexionar sobre la idea que tenía la Compañía de su misión en el Nuevo Mundo.

Mientras en Europa se expandían las ideas protestantes, en Nueva España las órdenes religiosas se esforzaban en la propagación de la fe católica para luchar contra la herejía. Una lucha encabezada por la orden contrarreformista de Ignacio de Loyola.

Tal como se insiste en numerosas ocasiones, los jesuitas supieron adaptar los elementos prehispánicos con el fin de buscar eficacia en su labor catequítica. Por lo tanto, debemos tener en cuenta que el mestizaje cultural emprendido por los miembros de la Compañía tenía como objetivo principal la evangelización de los habitantes indígenas y el mantenimiento en la fe de los españoles y criollos.

Me gustaría indicar que el uso de una emblemática «mestiza», como la denomina la  editora en su introducción, debía causar un cierto impacto en la sociedad novohispana, ya que motivaba la participación de los indios y causaba admiración en las élites sociales de Nueva España. Los jesuitas aprovecharon este hecho, ya que en los festejos organizados por ellos, nunca faltó esta fusión cultural. Podemos encontrar descripciones de arcos triunfales hechos por indios con elementos propios de su saber o poemas en náhual con metro español.

Esta mezcla en las diversas formas de expresión cultural no busca equiparar lo indígena con lo europeo, sino atraer al indio hacia la fe, como queda dicho. No obstante, la participación indígena en los festejos corre a cargo de los caciques y señores, por lo que la cultura europea se aproxima en primer lugar a la nobleza indígena con el fin, según creo, de influir a través de ellos en el resto de la población. De forma que el mensaje contrarreformista de los jesuitas se expande por los habitantes de América garantizando el éxito en la lucha contra la herejía.

Tocotín: baile mexicano

El tocotín, también conocido por los españoles como “mitote”, es un tipo de baile cuyo origen se remonta a la época prehispánica. Son romancillos hexasílabos de rima asonante, tanto en español como en náhuatl. Hay que tener en cuenta la danza mexicana netotiliztli, pues es el verdadero punto de partida. Si atendemos a la voz nahua y a la española “mitote”, podemos observar que poseen la misma raíz: itotia ‘danzar’. “Mitote” deriva de mihtotih ‘el que baila’ y de mitotiani ‘danzante’. En náhuatl netotilitztli ‘baile’ < ni+itoliztli. La palabra tocotín surgió más tarde, ya en el siglo XVII.

Es lógico que este tipo de bailes y cantos, que se han conservado hasta nuestros días, durante mucho tiempo se transmitieran oralmente, hasta que, finalmente, se transcribieron al alfabeto latino. Lo cual ha permitido poder estudiar este tipo de danza precolombina. Por otro lado, hay que señalar que durante el período colonial también se continuó esta tradición y los indígenas componían netotiliztli, danzas profanas incorporando elementos cristianos, tanto en español como en náhuatl. Claudia Parodi[1], llama la atención sobre esta circunstancia, ya que existía un tipo de bailes rituales, los macehualiztli, que no emplearon a la hora de cristianizar los temas.

El ritmo de este baile se marcaba con unos tambores prehispánicos que se conocen como teponaztle y huehuetl. Son precisamente las sílabas empleadas para señalar el ritmo del teponaztle (to, co, qui, ti) las que han dado lugar a la palabra “tocotín”. Es una voz onomatopéyica, porque en náhuatl no existen estas agrupaciones silábicas.

En el siglo XVII surge un teatro humanista en el que para determinadas ocasiones se componían tocotines. Por ejemplo, en el festejo dedicado por los jesuitas al virrey Marqués de Villena (1640), encontramos un tocotín que se compuso como homenaje. De hecho, tras la comedia podemos leer[2]:

Rematóse toda la fiesta con un mitote o tocotín, danza majestuosa y grave, hecha a la usanza de los indios, entre diez y seis agraciados niños, tan vistosamente adornados con preciosas tilmas y trajes de lama de oro, cactles, o coturnos bordados de pedrería, copiles, o diademas sembradas de perlas y diamantes, quetzales de plumería verde sobre los hombros: que sola esta danza y su lucimiento bastara por desempeño del festejo más prevenido.

Y comienza el canto:

Salí, mexicanos,
bailá el tocotín,
que al sol de Villena
tenéis en zenit.
Su sangre cesárea,
cual rojo matiz,
dorado epiciclo
rúbrica en carmín[3]

Habría que destacar el hecho de que se trata de conmemorar la llegada de un nuevo virrey. Esta circunstancia es el hecho social más significativo de la Nueva España. Esto significa que es muy importante tener en cuenta que se trata de un baile precolombino. Volvemos a subrayar la característica principal de la literatura colonial que es la fusión de ambas culturas: la europea y la indígena.

Se puede escuchar un ejemplo de tocotín en este enlace: http://www.philtulga.com/products-aztec%20rhythms.html. Esta información la ofrece Claudia Parodi en su artículo mencionado anteriormente.


[1] Parodi, C. «Indianización y Diglosia Del Teatro Criollo: Los Tocotines y Los Cantares Mexicanos», en Dramaturgia y espectáculo teatral en la época de los Austrias, (ed.) Farré Vidal, J., Madrid, Iberoamericana, 2009, pp. 251-269

[2] Bocanegra, M. de, Comedia de san Francisco de Borja a la feliz venida del excelentísimo señor marqués de Villena, virrey de esta Nueva España. Teatro profesional jesuita del siglo XVII. ed. C. Frost, México, Coanculta, 1992.

[3] Se trata de las dos primeras estrofas del poema. En total son 56 versos.

¿Culturas equiparables en la fiesta novohispana?

En Mesoamérica la fiesta ha sido un elemento constante en todas las culturas que la han habitado. Este dato de aparente banalidad realmente es significativo, puesto que muestra un ambiente propicio al arraigo de estas celebraciones en Nueva España. Se debe señalar que en México la gente se aficionó pronto al teatro. Y se demuestra fácilmente al comprobar que es muy breve el período que hay entre la llegada de los españoles y las primeras representaciones teatrales, pues hablamos de tan solo unos años.

En cualquier caso, siempre existe el elemento de contrapunto que debemos considerar. Sí es cierto que se produjo un mestizaje cultural con la llegada de los europeos, pero no se puede afirmar que fuera a partes iguales. Los españoles implantaron las celebraciones públicas sin apenas modificarlas. No obstante, es justo contemplar que sí se tomaron ciertos elementos indígenas para ciertas celebraciones civiles. Por ejemplo, bailes como el mitote o tocotín se introdujeron en los festejos. Sin embargo, al compararlos con el resto de los componentes de todo un festejo, lo cierto es que no poseen la relevancia suficiente para considerar estos festejos equitativos a ese respecto.