Las castas en Nueva España

En el Museo Nacional del Virreinato en Tepotzotlán podemos encontrar esta pintura que representa la diversidad étnica en Nueva España:


1Casta_painting_all wikipedia. Español con India, Mestizo

2. Mestizo con Española, Castizo
3. Castizo con Española, Español
4. Español con Negra, Mulato
5. Mulato con Española, Morisca
6. Morisco con Española, Chino
7. Chino con India, Salta atrás
8. Salta atras con Mulata, Lobo
9. Lobo con China, Gíbaro (Jíbaro)
10. Gíbaro con Mulata, Albarazado
11. Albarazado con Negra, Cambujo
12. Cambujo con India, Sambiaga (Zambiaga)
13. Sambiago con Loba, Calpamulato
14. Calpamulto con Cambuja, Tente en el aire
15. Tente en el aire con Mulata, No te entiendo
16. No te entiendo con India, Torna atrás.

Esta imagen, y sobre todo su leyenda, nos dice mucho sobre la sociedad novohispana. Una sociedad que se jerarquizaba siguiendo este esquema de castas. La élite se componía de españoles y conforme se iba mezclando la sangre se descendía en el sistema. En las fiestas, por ejemplo, participaba toda la sociedad. Sin embargo, la participación no era igual de una casta a otra. El orden festivo se establecía conforme a las normas sociales, por lo que la sangre era un elemento esencial.

Este cuadro no solo describe una realidad, sino que la ordena según el rango social. Un hecho muy significativo en una sociedad que fue ante todo mestiza.

La decadencia de la fiesta barroca

Para trabajar este tema, la persona adecuada es sin duda Pilar Gonzalbo Aizpuru. Esta estudiosa presenta en algunas ocasiones la evolución de la fiesta en la época colonial. En pocas palabras resume el declive de la misma: “El racionalismo ilustrado contribuyó a la pérdida del sentido lúdico de la fiesta barroca y con ello precipitó su decadencia”.

Esta sentencia se explica de la siguiente manera. Si desde el renacimiento, la secularización se fue gestando poco a poco, no es de extrañar que este proceso también afectara de una manera u otra a los festejos tanto civiles como religiosos. La Iglesia, movida por un interés en separar lo profano de lo religioso, extirpó aquellas festividades que no tuvieran que ver con la liturgia, así como aquellas cuya moralidad fuera dudosa. Por lo tanto, en este proceso se llevaron por delante todo aquello que tuviera reminiscencias paganas: música, bailes, mascaradas, etcétera.

En cuanto a los festejos civiles, la fiesta y la diversión se separaron por lo que los festejos ya no eran causa de divertimento, sino “una fecha en el calendario que permitía el descanso”. Un elemento que propició esta separación fue el auge de fiestas privadas en señoríos. Además del desinterés por los diversos acontecimientos de la corona española que en otro momento eran motivo de celebración en tierras novohispanas. Y concluyo citando a Pilar Gonzalbo: “Tendrían que llegar las guerras de independencia para que las fiestas nacionales se vivieran con emoción patriótica”.

La fiesta novohispana: instrumento político

Los festejos profanos sirven para consolidar relaciones sociales e intereses políticos. Un ejemplo evidente es la recepción de un virrey ya que supone la vinculación entre Nueva España y la metrópoli. Es precisamente en esta circunstancia donde podemos observar un mayor despliegue de lujo y excesos. Es un escaparate en el que podemos observar minuciosamente todas las capas de la sociedad novohispana y su papel dentro de ella. Ante semejante exhibición podemos hacernos cargo de la importancia política de estos actos.

Los festejos para conmemorar al nuevo virrey comenzaban desde su desembarco en Veracruz y culminaban en la ciudad de México. A lo largo de todo el trayecto se iba festejando de diversas maneras –corridas de toros, juegos de cañas, luminarias, etcétera- al visitante. El viaje en sí es simbólico pues representa el recorrido que hizo Hernán Cortés. La recepción terminaba con el solemne Te Deum y la toma de posesión. A ello acudían todos los cuerpos políticos de esta sociedad.

Hay un dato que me parece interesante señalar aquí, aunque sea de paso. Durante la época colonial son numerosos los conflictos entre virreyes y representantes eclesiásticos precisamente por cuestiones políticas. En estas ocasiones, precisamente la presencia o ausencia de determinados personajes refleja estas diferencias socio-políticas. No olvidemos, que la llegada de un nuevo representante de la corona conlleva ciertas esperanzas, pero también numerosos temores tanto para el clero como para los cargos políticos. Así, no es de extrañar que desde el momento de su nombramiento puedan comenzar las «simpatías» hacia el nuevo gobernante.

Algunas características del discurso de la fiesta novohispana

Comentaré brevemente unas ideas que Dalmacio Rodríguez Hernández desarrolla en un trabajo sobre el discurso de la fiesta y que han llamado mi atención.

A la hora de aproximarnos a la actividad festiva de esta época, una manera de hacerlo es a través de los impresos que han permanecido. Pero, no se trata de un corpus homogéneo puesto que la naturaleza discursiva de las obras que lo componen es “tan variada como las diversas circunstancias, modalidades y características de las fiestas que les dieron origen”.

Me parece interesante recoger las propias palabras del autor para explicar la relación entre estos discursos y su contexto:

Dado que estos textos participan del complejo entramado político y social que subyace al momento de realizar la fiesta, no es extraño que una parte esencial de sus contenidos sea de carácter doctrinal y propagandístico. Valga recordar que su escritura no pretendía estar al margen de las intenciones políticas del festejo, sino que emanaba de él y recuperaba varios de sus discursos esenciales.

Apunta una idea muy interesante, estos textos sirven de memoria, por lo que reflejan la magnificencia de estos festejos. Pero no olvidemos que también exaltan aquellos aspectos que más interesa dar a conocer ante un público general o concreto para que permanezca en su memoria. Pero además, añade otro dato que deberemos tener en cuenta: también pueden insertar otros discursos diferentes como pueden ser loas, emblemas, sermones, etcétera. Esto subraya la heterogeneidad de este tipo de texto como ya se ha indicado anteriormente.

Finalmente, vayamos a la revisión de carácter literario. Para Dalmacio Rodríguez se puede entender esta filiación y lo justifica así:

Como es sabido, los festejos renacentistas y barrocos daban especial preeminencia a las expresiones intelectuales y a las demostraciones de habilidad cortesana, en detrimento de “las manifestaciones de júbilo espontáneas y desordenadas”, para decirlo con Pilar Conzalbo.

Es decir, la literatura es un componente principal en estos festejos. Así, se realizan actividades y concursos literarios. Señala que según el lugar que ocupen las piezas literarias dentro de los festejos se preservarán bien de manera independiente, bien dentro de un discurso mayor. “Tampoco faltan los casos en que una forma literaria (un romance, por ejemplo) sea el vehículo para narrar el suceso, como ocurre en las llamadas relaciones de festejos”.

Todo lo anterior, da muestra de que su composición discursiva posee rasgos de variadas disciplinas. Así, podemos hablar de secuencias discursivas en las que predominará más una tipología textual u otra insertando el texto dentro de una modalidad discursiva concreta.

Siendo, pues, tan escurridiza y poco canónica la composición de los distintos discursos de la fiesta, llama la atención que dentro de la historiografía literaria novohispana constituyan un capítulo recurrente. Desde la primera historia de la literatura mexicana […] se viene mencionando, con mayor o menor énfasis, que la fiesta (y en consecuencia sus discursos) se relacionan con la producción literaria de la época.